¿Por qué el amor de nuestra vida no dura y escogemos otro?

Irrumpe en nuestra vida, imaginamos que durará para siempre, pero lo dejamos perder: ¿Por qué?

Nos enamoramos locamente, nos replanteamos nuestra vida, nuestra forma de ser, firmamos el para siempre pero después, por motivos más fuertes que nuestro entendimiento, esta relación acaba.

Quizás sea porque acaba, por lo que se convierte en inolvidable. Hay al menos 3 motivos por los cuales aquello que nos parece el amor de nuestra vida, no lo es. Vale la pena descubrirlos, porque aceptar la fin de losamores locos quiere decir apreciar aún más el secreto del “para siempre”.

Enamorarse no es amar

Enamorarse locamente, algunas veces de la pasión salvaje, es bien distinto a amar. Amar incluye una serie de detalles, algunas veces desagradables, que definen la complejidad de la relación. El enamoramiento acaba y entonces entra el amor. Si no se consigue luchar por construir una fortaleza sobre los primeros fundamentos, entonces aquel amor para siempre, lo dejamos abandonado.

La vida no se controla

 No es suficiente amarse, pensar que sea para siempre, construir cualquier cosa verdadera… la vida algunas veces tiene otros planes para ti. Es incontrolable, no sabemos en qué camino nos encontraremos. Tocado por la distancia, por decisiones drásticas, por la escena o por el contexto… No podemos controlar casi nada de fondo, lo único que nos queda es el “para siempre”. Algunas veces esto no significa nada,  otras lo conseguimos llenar con nosotros mismos para que valga suficientemente la pena para llenar aquel sitio que habíamos asignado a otro. Todo va a depender de las decisiones que hacemos en nuestra vida.

El valor del compromiso

A veces queremos ser protegidas, queremos ser más amadas que amar, queremos garantizarnos una familia y un futuro, queremos más estabilidad para nosotras mismas, dejar de ser adolescentes y vivir una vida que imaginamos más adecuada para nosotras. Pero esto no siempre va a ser así. Quizás el amor para siempre no existe de verdad, y cuando lo aceptamos, entonces lo encontramos: en nosotras mismas y para nosotras mismas.

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